Apostando al cambio: hacia un sistema financiero que sirva para los pueblos y el planeta


El 15 de noviembre de 2008, los líderes de 20 naciones y las principales instituciones financieras se reunirán a puertas cerradas en Washington para discutir el futuro de la economía global. Liderado por el saliente presidente de EEUU, George W. Bush, éste grupo incluye muchas de las personas, gobiernos e instituciones cuyas políticas son responsables por la actual crisis financiera. Tal como son las cosas, creemos que son el grupo equivocado para encargarse de la elaboración de las nuevas reglas económicas globales y sus instituciones. El mundo necesita de un proceso que sea más inclusivo de otras naciones y de los pueblos de esas naciones.

Esta declaración comienza a esbozar una agenda para el cambio que pueda resolver la crisis poniendo a las personas y el planeta primero. Su punto de partida son las experiencias de grupos y comunidades de todo el mundo. Se dirige a una crisis financiera desencadenada en el propio corazón de la economía capitalista globalizada que se ha combinado con la creciente crisis del caos climático y el hambre, y que ahora llega a todos los rincones del planeta. Ésta nueva crisis del depredador y desregularizado "capitalismo de casino" está destruyendo puestos de trabajo, vidas y medios de subsistencia, mientras causa estragos en las monedas y las bolsas de todo el mundo. Asimismo, ha tomado recursos de los muchos, mientras concentra la riqueza en manos de unos pocos.

Hasta la fecha, los gobiernos han respondido en gran medida mediante el gasto de más de un billón de dólares en rescate a las instituciones financieras y empresas privadas. Mientras tanto, las imperiosas necesidades de las comunidades, los ciudadanos comunes y el medio ambiente frágil, han sido ampliamente ignoradas.

Ahora es el momento de aprender de ésta experiencia y de las consecuencias y los efectos devastadores de otras crisis recientes, como la crisis de la deuda desatada en 1982 y las crisis financieras en México (1994-95), Asia (1997-98), Rusia ( 1998), y Argentina (1999-2002). La historia continúa repitiéndose. Éste modelo, culminando en la actual crisis global, demuestra de manera definitiva que una verdadera transformación del sistema es necesaria.

Nuevas normas e instituciones deben ser creadas en un proceso abierto e incluyente de diálogo. Deben basarse en un nuevo conjunto de principios para orientar la actividad económica. Ofrecemos un panorama general de esos principios y un esbozo de las nuevas normas e instituciones.

1. Necesitamos un nuevo conjunto de principios para apoyar a las nuevas instituciones financieras nacionales, regionales y globales:
Los siguientes principios deben sustentar nuevas normas e instituciones:
• La democracia económica y la equidad, incluyendo el desarrollo de las economías locales, y el control y protección de la comunidad de las aguas, semillas, genes, el aire, las tierras comunitarias, la pesca, y otros "bienes comunes";
• la sustentabilidad ecológica y la justicia ambiental, incluida la promoción a largo plazo de la inversión productiva "verde";
• el cumplimiento, protección y promoción de todos los derechos humanos, incluido el derecho a la alimentación, el aire y el agua, y los derechos de las y los trabajadores, pequeños productores de alimentos, las comunidades rurales y urbanas, los pueblos indígenas, mujeres, niños, niñas, y personas mayores;
• Justicia e igualdad de género, racial, étnica e intergeneracional;
• La libre determinación y la soberanía de los pueblos y las naciones; y
• La no injerencia, la cooperación mutua, la complementariedad y la solidaridad.
Sobre la base de estos principios, las finanzas deben estar dirigidas y vinculadas al fortalecimiento de las economías locales y nacionales reales para cumplir con el requisito de un desarrollo sustentable y equitativo. Y los gobiernos deben apoyar los nuevos e innovadores organismos financieros regionales como el Banco del Sur en América del Sur, que tiene el potencial para servir a las necesidades de la región con más eficacia que el FMI y el Banco Mundial. Los fondos de emergencia regionales son también necesarios para ayudar a garantizar la soberanía alimentaria y energética de las naciones.

2. Basta de fundamentalismo de Mercado: el mundo no necesita otro "Consenso de Washington"
El llamado "Consenso de Washington", que ha predicado la desregulación, las privatizaciones, el sobre-endeudamiento de los bancos y la liberalización del comercio y el capital durante los últimos treinta años, ha sido extremadamente perjudicial para las y los trabajadores, las comunidades y el medio ambiente. Está desacreditado, debe ser abandonado oficialmente y no debe ser sustituido por ningún nuevo dogma de "talla única para todos".

Las instituciones y los dirigentes del mundo rico no sólo promovieron el frenesí de la desregulación y las privatizaciones en sus propios países, sino que también lo impulsaron en los países en desarrollo a través de la ayuda y las condicionalidades de los préstamos. Mientras ellos mueven billones de dólares para limpiar el desorden en sus casas, tienen la obligación de asumir la parte que les corresponde para corregir los impactos devastadores de sus errores en el Sur. Esto debe incluir la anulación de todas las deudas insostenibles e ilegítimas de los países del Sur y la restitución y restauración a sus pueblos de la deuda ecológica y social. Estos recursos, junto con el desembolso del aumento previsto de la cooperación al desarrollo, deben ser otorgados libres de las condicionalidades estructurales y macroeconómicas. El derecho de todos los países a definir sus propios caminos hacia economías sustentables y saludables debe ser respetado. Las condiciones onerosas impuestas a las ayudas, a préstamos y programas de reducción de deuda existentes deben eliminarse antes de hacer más daño.

3. Frenar el poder del FMI, el Banco Mundial y la OMC:
La crisis actual ha demostrado nuevamente hasta qué punto todos somos afectados por las tres poderosas instituciones globales, el FMI, el Banco Mundial y la OMC, cuyas políticas han sido determinantes en el nacimiento de la crisis. Sin embargo, gran parte del debate de hoy entre los gobiernos y las instituciones financieras tiende a darle a estas últimas un mayor papel. Por ejemplo, la OMC sigue presionando para avanzar en la desregulación y la privatización del sector financiero, principalmente a través de su Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS). Para que cada uno de los países y la comunidad mundial adopten nuevas y críticas regulaciones del sector financiero, no sólo debería ser suspendida la actual Ronda de Doha de la OMC, sino que también deberían ser revertidas las normas de la OMC que limitan la regulación de los servicios financieros. Del mismo modo deben ser rechazados los esfuerzos realizados por el FMI y el Banco Mundial para expandir su influencia como resultado de las crisis financiera, climática, energética y de alimentos. Las instituciones de gobernanza económica mundiales, regionales y nacionales deben ser democráticas y rendir cuentas a las mujeres y los hombres, a quienes se supone deben servir.

4. Regular la economía mundial de manera eficaz:
Los gobiernos deben tomar medidas inmediatas para desarrollar una nueva arquitectura internacional de regulación, con control democrático, con el objetivo de promover los intereses de las y los trabajadores, pequeños agricultores, y consumidores y el medio ambiente y prevenir futuras crisis financieras. Las Naciones Unidas deben desempeñar un papel central en esta elaboración. Esta reglamentación no deberá cubrir sólo a los bancos sino también a los sistemas financieros paralelos y mal reglamentados, incluidos los fondos de cobertura y fondos de capital privado. Las primeras etapas deben incluir la regulación de los derivados, detener la especulación en los bienes de consumo de alimentos básicos, la aplicación de exigencias más estrictas al capital internacional de reservas, impuestos a la especulación en las transacciones internacionales, el cierre de paraísos fiscales y reglas más severas en las normas de transparencia. Los gobiernos necesitarán también renegociar las docenas de acuerdos de libre comercio y tratados de inversión bilaterales que actualmente impiden a los gobiernos tener control sobre los flujos de capital y aplicar condiciones más razonables a la inversión extranjera y otras operaciones financieras.

Estas medidas son posibles y muchas más serán necesarias para construir un sistema económico mundial más justo y veraz, que trabaje para las personas de todo el mundo, las comunidades locales, y el medio ambiente. Este es el cambio que el mundo necesita y por el que vamos a seguir luchando.

[i] Entre estos documents se incluyen:
-- Call for Global Action Against Debt and IFIs, October 12-19, 2008
-- ATTAC's statement on the financial crisis and democratic alternatives
-- Responses from the South to the World Economic Crisis (Caracas Statement)
-- Social Movement on Debt in South America, Letter to South American Presidents
-- The global economic crisis: An historic opportunity for transformation (Beijing Declaration)
-- 1999 Joint Statement by IFG, IPS, TWN and FOE on Global Financial Reform
-- International Trade Union Confederation, Statement by Global Unions to the 2008 Annual Meetings of the World Bank and International Monetary Fund
-- Trade Union Statement to "G20 Crisis Summit," The Global Unions "Washington Declaration", November 2008.
-- South Centre, "South Centre calls for Revamping the Global Financial Architecture," October 29, 2008.