Alejandro Olmos: Testimonio ante el Tribunal de la Deuda, Rio de Janeiro, abril 1999
Esperamos que este aporte
sirva para esclarecer la problemática de la Deuda externa.
LA FRAUDULENTA DEUDA
EXTERNA ARGENTINA JUEGA Y PRESIONA.
Escrito
por Alejandro Olmos
Esta exposición fue
realizada por el compañero Alejandro Olmos, ante un encuentro denominado
Tribunal de la Deuda Externa, en Brasil, en el año 1999.
Por Alejandro
Olmos
TRIBUNAL DE LA DEUDA
EXTERNA - RÍO DE JANEIRO – BRASIL.
Durante el desarrollo del
Tribunal, el caso emblemático de la Deuda Externa Argentina, fue presentado en
forma muy clara por Alejandro Olmos.
Hubo expositores
invitados provenientes de Argentina, Rusia, Mozambique, Bélgica, Corea,
Inglaterra, Jamaica, Perú y Honduras, además de los panelistas de Brasil.
Asimismo, representantes del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI),
del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), de la coordinación internacional de la
Campaña de Jubileo 2000 y de la Agencia de Cooperación Británica Christian Aid,
fortalecieron a través de sus presencias la perspectiva global que demanda la
cancelación de las deudas de los países más empobrecidos por parte del sistema
financiero internacional. Importantes ponencias, brillantes alegatos, fueron
escuchados durante el desarrollo del Tribunal.
Al final de la nota se
expone el Veredicto del Tribunal. Esperamos que este aporte sirva para
esclarecer la problemática de la Deuda externa, moderna forma de esclavitud que
hoy padecen nuestros pueblos.
Alejandro
Olmos: Vengo a este
Tribunal, instituido por los más representativos sectores del pueblo brasileño,
el testimonio del "caso argentino" en el marco del sistema de
endeudamiento externo que afecta a los países sojuzgados por la superestructura
del poder financiero.
El testimonio, que vengo
a exponer al conocimiento de los hermanos del Brasil, tiene el valor relevante
de conformar la causa judicial más importante que sustancian los tribunales
argentinos.
Nosotros tenemos,
compañeros, el triste privilegio de haber llevado a cabo una investigación
penal de la deuda externa. Deuda que configura la mayor estafa en la historia
de los argentinos.
He sido, Sres. Jueces, el
denunciante -ante la justicia federal de mi país- de este escandaloso fraude.
Y desde 1982, en pleno
ejercicio del poder por la Junta Militar de la dictadura de entonces, vengo
impulsando -hasta ahora- una investigación judicial que ha acumulado todas las
pruebas de esa estafa.
Traigo, pues, una visión
que escapa a los números que manejan los tecnócratas de la economía, porque la
deuda externa argentina es el resultado de una gigantesca maniobra de
dominación mediante procedimientos previstos y reprimidos por la ley
penal.
Los peritos judiciales
que llevaron a cabo una profunda investigación en los organismos del Estado
dictaminaron que los actos de endeudamiento constituyeron actos ilícitos.
Y, obviamente, no puede
ser legítima una deuda generada en formas delictivas de una planificación
económica.
Esta visión de la deuda
no es caprichosa ni conjetural sino que surge de un voluminoso proceso judicial
en el cual las pericias producidas constituyen una parte fundamental de la
prueba y tales peritos, Sres. Jueces, no se hallan afectados por parcialidades
ideológicas.
Los mismos integraron una
Comisión ad-hoc designada por el Tribunal Federal y se constituyó con expertos
propuestos por la Academia Nacional de Ciencias Económicas, la Facultad de
Ciencias Económicas y el Consejo Profesional de Ciencias económicas.
Los mismos actuaron en
forma conjunta con los Peritos Contadores del Poder Judicial. Expertos y
Peritos indagaron en el Banco Central de la República Argentina y en las
empresas del Estado.
Y entre ellas destaco
–como caso ejemplar de una ignominia- a YPF, la petrolera nacional que figuraba
entre las de mayor facturación en América Latina.
La investigación pericial
determinó que a YPF se le atribuía una deuda externa del orden de los 6.000
millones de dólares pero que a YPF no había ingresado un solo dólar (!).
Las empresas del Estado
eran utilizadas como "prestanombres" en los acuerdos de préstamo
externo.
Y las divisas que
entraban en virtud de tales acuerdos eran retenidas por el Banco
Central.
La explicación dada al
Tribunal, por los responsables del sistema fue que tales divisas se destinaban
a la "apertura económica".
Con dos palabras se
pretendía justificar una forma del saqueo.
Este supuesto
endeudamiento de YPF -originado en el gobierno de la dictadura militar- fue
utilizado por los gobiernos constitucionales de mi país para resolver su
"privatización" a precio vil.
Se mostró la falsa imagen
de una empresa parasitaria y endeudada para justificar la necesidad de su
entrega a la voracidad del capital privado.
YPF, Sres. Jueces, sólo
recibía el 25% del producto de sus ventas, el 85% restante era absorbido por un
Estado sometido a las directivas del Fondo Monetario y a los intereses del
dominante poder financiero.
La falsedad del
endeudamiento fue admitida por todos los que integraron el directorio de YPF en
la composición de sus distintas etapas.
El General Luís Pagliere
–que integró ese directorio en representación del Ejército durante el gobierno
militar- declaró ante el Tribunal que YPF estaba obligada a producir "a
pérdida" por instrucciones del Ministerio de Economía, ya que el precio
del petróleo vendido a la Shell y a la Esso representaba el 50% del valor que
YPF gastaba por su extracción.
Me he referido, puntual y
someramente, a YPF como un caso testigo del fraude instrumentado contra los
intereses del Estado y del pueblo de mi país.
Es tan sólo un ejemplo de
cómo se destruye, desde adentro, una economía nacional conducida por
funcionarios al servicio de intereses espúreos y en exclusivo beneficio de su
propio lucro.
En esta investigación
judicial el Dr. José Alfredo Martínez de Hoz, primer Ministro de Economía del
gobierno militar y protagonista autoral de la política económica iniciada en
1976, fue procesado por defraudación al Estado.
Precisamente, por el
endeudamiento externo que él iniciara al amparo de las armas que produjeron el
mayor de los genocidios.
Cuando Martínez de Hoz
declara ante el Tribunal explica que, en la época en que él asumiera el
Ministerio, el mundo afrontaba la amenaza de un "crack" internacional
que podía producir la desestabilización de todo el sistema financiero.
Esto como
consecuencia del exceso de dólares generado como efecto del boom del
petróleo.
Los bancos se
encontraban, entonces, con una enorme liquidez por los depósitos realizados por
los países productores de petróleo.
Esto determinó que,
reunido el Fondo Monetario, el Banco Mundial y los distintos organismos
financieros, encontraran como solución destinar esta enorme masa de dólares a
países que pudieran absorberlos como créditos.
La Argentina fue uno de
los países elegidos.
Fue así que de una deuda
externa de 8.000 millones de dólares a principios de 1976, dicha cifra trepó a
43.500 millones en 1983.
Al finalizar el gobierno
militar.
Por declaración judicial
de los gerentes del Banco Central quedó establecido que en el Banco Central
actuaba un ejecutivo del Fondo Monetario encargado de monitorear hasta qué
punto podía aguantar la Argentina este forzado endeudamiento.
Un ejecutivo
"licenciado" por el Fondo y contratado por el Banco Central de la
Argentina.Pero que trabajaba para el Fondo.
Pues bien, esa deuda
original de 8.000 millones que había alcanzado los 43.500 millones al terminar
el gobierno militar reemplazado por el presidente constitucional Alfonsín,
llegó al nivel de los 65.000 millones al asumir el actual Presidente
Menem.
Hoy el actual gobierno
alude a un nivel de 115.000 millones de dólares, mientras el Banco Mundial
señala, como deuda externa argentina, cifras que superan los 130.000 millones.
Otros economistas de mi
país sostienen que tal deuda se hallaría próxima a los 200.000
millones.
Nos encontramos, pues,
ante una situación en la cual las cifras de endeudamiento carecen de validez
demostrable. Y esto es así porque no existen registros contables de la deuda
externa.
Esta afirmación puede
sorprender, pero su fundamento reside en la información oficial del Ministerio
de Economía al Tribunal Federal que tiene a su cargo la investigación de la
deuda. Información que incluye, también, el reconocimiento de que se ignora los
avales concedidos por el Estado.
Este cuadro, de tremenda
gravedad, es reiteración de una situación anterior, cuando yo promoviera la
investigación de los ilícitos del gobierno militar y, en especial de la deuda
externa.
En aquella oportunidad el
juez interviniente reclamó al Banco Central un informe completo de la deuda
incluyendo perfil de vencimientos y listado de acreedores y
deudores.
La
respuesta fue insólita.
El Banco Central no tenía
registrada la deuda externa. Y sólo disponía de datos estadísticos sin
validez contable.
No quiero abundar
en detalles, hechos y circunstancias que marcan a fuego el crimen de la deuda
externa argentina.
La exposición del cuadro
completo de los procedimientos y efectos devastadores del endeudamiento externo
insumiría un tiempo de atención de los señores jueces de este Tribunal que yo
no puedo permitirme.
Basta con señalar –como
explicación de esta síntesis- que la investigación de la deuda argentina ha
acumulado más de 30 cuerpos principales de expediente y más de 500 anexos.
Estos últimos se guardan,
por razones de seguridad, en el Gran Tesoro del Banco Central.
En esta investigación
debieron comparecer, a prestar declaración, todos los que integraron la conducción
económica de mi país, desde el golpe militar del 24 de marzo de 1976 hasta
hoy.
Lo hicieron, también, los
directores del Banco Central y de las empresas públicas. Y a esas pruebas
testimoniales se suman las documentales.
Todo lo cual permite
sostener la afirmación del gigantesco fraude al que me refería en los inicios
de esta exposición.
Fraude cuyo proceso de
ejecución continúa.
Como también continúa la
investigación judicial sobre ese fraude.
Yo le atribuyo a la
investigación que vengo impulsando en mi país el valor de una contribución a la
lucha continental contra la deuda.
El "caso
argentino" debe servir a los pueblos hermanos de América Latina para
mostrar, en toda su crudeza, la aplicación de un método de dominación que ha
consagrado una nueva forma de esclavitud del hombre y de los
pueblos.
La esclavitud al poder
financiero de la usura y de la globalización como arma para impedir las
reacciones nacionales de nuestros países.
En cada acuerdo de
endeudamiento externo de la Argentina se pactó, siempre, el sometimiento a la
jurisdicción de tribunales extranjeros.
Fundamentalmente de
Londres y Nueva York.Y para que esto fuera posible se llegó al extremo de
modificar las leyes argentinas de procedimiento, en los días siguientes a la
instauración de la dictadura.
Sometimiento convalidado
por los gobiernos constitucionales de Alfonsín y de Menem.
Lo que demuestra,
palmariamente, cual es el centro del poder en mi país.
Creo, con perdón de los
hermanos brasileños y de todos los compatriotas de la Patria Grande de nuestra
América, que todos nuestros pueblos han sido objeto del mismo sistema de
dominación por vía de la deuda externa.
Nosotros agradecemos
profundamente la convocatoria papal al Jubileo del Año 2000.Pero le damos una
significación que trasciende a las entrañas mismas de nuestros pueblos.
El jubileo debe ser una
reparación a los pueblos castigados por el saqueo y por la usura.
Y así como en el
caso argentino se le impone al país el pago de una deuda que el país no tiene,
la mayoría de los países endeudados deben afrontar, con toda seguridad, la
misma situación de afrontar el pago de un tributo al dominio imperial de la
banca internacional.
Juan Pablo II afirmaba a
los obispos argentinos que la cancelación de la deuda era un acto de justicia,
porque esa deuda ya había sido pagada.
Esta es una declaración
papal y de cuya fe pueden dar testimonio los obispos de mi país. Y esa deuda ha sido pagada, en
efecto.
Y en la investigación
judicial argentina está probado.
El jubileo convocado por
el Papa debe ser oportunidad, además, para acreditar la ilegitimidad de una
deuda cuya naturaleza exime de su pago a nuestros pueblos.
No son nuestros pueblos
los que deben rendir cuentas de una deuda impuesta por las transnacionales del
nuevo imperialismo.
Son los supuestos
acreedores los que deben rendir cuenta a nuestros pueblos por los intereses
cobrados con el hambre, la sangre y la vida de quienes nada debían, pero que,
sin embargo, pagaban.
Señores Jueces: Es éste
un Tribunal que registrará la voluntad de justicia de los hermanos
brasileños.
También en nuestro país
ha funcionado ý continuará haciéndolo- un Tribunal Autónomo del Pueblo que
inició su actividad hace dos años.
Estos juzgamientos,
organizados por la decisión del pueblo, deben perseguir algo más que una
sanción moral a los responsables de la ignominia que acusamos.
Yo no vengo a alentar
rebeliones populares, pero sí a sostener la necesidad de la unidad de nuestros
pueblos para resistir al despojo que nos imponen intereses sin patria y sin
moral.
En mi país estamos
convocando a no pagar lo que no debemos y a señalar a quienes cargaron, sobre
nuestras espaldas, el peso de una deuda fraudulenta.
Yo, señores jueces, no
soy un jurista. Y más que militante del derecho soy un militante de la
justicia. Sobre el derecho pesan los intereses y la fuerza.
La Justicia es un mandato
de Dios y una virtud de la conciencia.
Esa es nuestra fuerza
frente a quienes, como en el drama de Shakespeare, se cobran en libras de carne
los intereses de una deuda forzosa.
Dejo expuesto, ante este
Tribunal el caso argentino, que ofrezco como testimonio de una lucha por la
liberación y la justicia.
Si ello sirve a los
hermanos pueblos de Latinoamérica para impugnar una deuda ilegítima como la
argentina, la lucha llevada en nuestro país no habrá sido estéril.
Cuando el Presidente
Sarney se dirigía a la Nación anunciando la suspensión del pago de los
intereses de la deuda, afirmaba que "la deuda que se cancela con la
miseria, se paga con la democracia".
Es ésta una advertencia
que no podemos desoír quienes hemos vivido la tiranía de los usurpadores.
La esperanza de una vida
más digna y de la vigencia de una verdadera justicia descansa en la voluntad
del pueblo resistiendo a la violencia de la injusticia.
Frente al hambre, a la
desocupación y al saqueo levantamos una consigna:
O se está al servicio del
pueblo contra la deuda, o se está contra el pueblo al servicio de la
deuda.