Pagar, para seguir pagando
por Pablo Herrero Garisto *
ALAI AMLATINA, 03/09/2008, Sao Paulo.- El anuncio de la Presidenta Fernández de Kirchner, o mejor dicho, la orden al Ministro de Economía de disponer parte de las reservas de todos los argentinos y argentinas para pagar la deuda reclamada por el Club de París, no tiene otra lógica que la de poder hacerle frente a los vencimientos de deuda del año que viene, por casi 11.000 millones de dólares, con la entrada de dinero fresco de créditos internacionales.
Existen tres elementos fundamentales para tener una lectura más amplia de la situación.
PRIMERO ¿Qué es lo que se va a pagar? Casi todos los medios, desde los de derecha hasta los más progresistas titulan con grandes letras en sus portadas, "El Gobierno dispuso el pago de la deuda al Club de París". Algunos lo complementan explicado que es el Club, cuando se formó, cómo funciona y hasta llegan a desglosar el porcentaje que representa ese pago en el total de la deuda externa argentina. Pero ninguno, absolutamente ninguno, se pregunta que se va a "honrar". ¿Coincidencia?, ¿Complicidad?
La deuda que se decidió pagar, después de casi 7 años de cesación de pagos, reúne distintos créditos, que tienen su origen en la última dictadura militar y en los distintos gobiernos democráticos que se sucedieron desde 1983. Existen casos paradigmáticos que ponen en evidencia la ilegitimidad e ilegalidad de lo que se pretende cancelar. Por citar solo dos ejemplos, encontramos créditos otorgados por Holanda a la dictadura militar, que fueron auditados en su momento en la causa Olmos y se comprobó una serie de irregularidades y complicidades. O los créditos españoles usados para el blindaje financiero durante el gobierno de Fernando De la Rua que alentaron la fuga de capitales y precedieron la peor crisis que haya tenido Argentina en su historia.
Antes de pagar, debemos saber que es lo que vamos a pagar. Porque al igual que con el pago al Fondo Monetario Internacional en 2005, se está saldando una deuda que esta comprobada su ilegitimidad, fundada en diferentes parámetros. Por eso, como plantea el Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, es necesario la realización de una auditoría para saber que se va a pagar, en que se usaron esos créditos y cuanto efectivamente se utilizó.
SEGUNDO El Gobierno insiste en que es una decisión soberana, tanto el pago al FMI en su momento como ahora al Club de París. Lo cierto, es que fue el propio Fondo quien impulsó el desendeudamiento de sus cuatro grandes deudores: Argentina, Rusia, Turquía y Brasil para hacer frente a la crisis de solvencia por la que atravesaba. Aún recordamos los dichos de Rodrigo de Rato ante el pago de Brasil cuando afirmó: "Nos complace la decisión de Brasil" para agregar que la "gestión política acumulada por las autoridades ha proporcionado la base para la confianza de los mercados y Argentina debería seguir el ejemplo". Dos días después, Argentina pago.
Tres años después la historia se vuelve a repetir. La presidenta del Council of the Americas, Susan Segal, fue la encargada de transmitir el malestar de los Estados Unidos por el atraso de Argentina en resolver su cesación de pagos con el Club de París y llegar a un pronto acuerdo. El acuerdo llego: pagamos una deuda ilegítima que no debíamos pagar.
Y así volvemos a ser confiables, a costa de consagrar la impunidad. Los mercados están en alza. La clase política en su conjunto plantea que nos abrimos nuevamente al mundo y los especuladores de siempre esperan poder hacer su negocio. ¡Ahora sí!, el faraónico proyecto del tren bala tiene el financiamiento que necesita, o mejor dicho, la nueva deuda la vamos a tener nosotros. Seguramente sea pura casualidad que los capitales sean de origen francés. ¿O causalidad?
TERCERO La política del desendeudamiento para endeudarse. Parece un trabalenguas, pero es en definitiva el doble discurso al que nos tiene acostumbrado el Gobierno. Con una retórica progresista se consuman hechos más que conservadores. Tenemos una deuda de casi 200.000 millones de dólares, pero se sigue insistiendo que la deuda no es más un problema para Argentina. Lo destinado al servicio de la deuda en el Presupuesto nacional 2008, es más que lo destinado a educación y salud juntas. ¿Cómo se explica?
Argentina tiene que hacer frente a fuertes vencimientos para el 2009 y de algún lado tiene que salir el dinero, después del fallido intento de la resolución 125. En un primer momento se planteó la medida con una actitud meramente recaudatoria, pero el devenir de la crisis hizo que todo se modificara sobre la marcha y se cayeran los planes. Hoy el 95 % del superávit primario proviene de las retenciones a las exportaciones, pero los intereses de la deuda crecen y hace falta más dinero para hacerles frente.
Con el pago al Club de París se abren nuevamente los créditos y la posibilidad de seguir endeudándose como se viene haciendo con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. ¿Pero si tenemos reservas, es necesario tomar nuevos créditos para sostener programas sociales, sanitarios o educativos?, ¿No es mejor redireccionar los fondos destinados al pago de una deuda ilegítima para la inversión social, en vez de seguir endeudándonos? Es una discusión que en algún momento deberemos darnos si efectivamente queremos construir una alternativa financiera al modelo dominante.
En definitiva, pagamos para seguir pagando.
*miembro de Diálogo 2000 /Jubileo Sur Américas
Existen tres elementos fundamentales para tener una lectura más amplia de la situación.
PRIMERO ¿Qué es lo que se va a pagar? Casi todos los medios, desde los de derecha hasta los más progresistas titulan con grandes letras en sus portadas, "El Gobierno dispuso el pago de la deuda al Club de París". Algunos lo complementan explicado que es el Club, cuando se formó, cómo funciona y hasta llegan a desglosar el porcentaje que representa ese pago en el total de la deuda externa argentina. Pero ninguno, absolutamente ninguno, se pregunta que se va a "honrar". ¿Coincidencia?, ¿Complicidad?
La deuda que se decidió pagar, después de casi 7 años de cesación de pagos, reúne distintos créditos, que tienen su origen en la última dictadura militar y en los distintos gobiernos democráticos que se sucedieron desde 1983. Existen casos paradigmáticos que ponen en evidencia la ilegitimidad e ilegalidad de lo que se pretende cancelar. Por citar solo dos ejemplos, encontramos créditos otorgados por Holanda a la dictadura militar, que fueron auditados en su momento en la causa Olmos y se comprobó una serie de irregularidades y complicidades. O los créditos españoles usados para el blindaje financiero durante el gobierno de Fernando De la Rua que alentaron la fuga de capitales y precedieron la peor crisis que haya tenido Argentina en su historia.
Antes de pagar, debemos saber que es lo que vamos a pagar. Porque al igual que con el pago al Fondo Monetario Internacional en 2005, se está saldando una deuda que esta comprobada su ilegitimidad, fundada en diferentes parámetros. Por eso, como plantea el Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, es necesario la realización de una auditoría para saber que se va a pagar, en que se usaron esos créditos y cuanto efectivamente se utilizó.
SEGUNDO El Gobierno insiste en que es una decisión soberana, tanto el pago al FMI en su momento como ahora al Club de París. Lo cierto, es que fue el propio Fondo quien impulsó el desendeudamiento de sus cuatro grandes deudores: Argentina, Rusia, Turquía y Brasil para hacer frente a la crisis de solvencia por la que atravesaba. Aún recordamos los dichos de Rodrigo de Rato ante el pago de Brasil cuando afirmó: "Nos complace la decisión de Brasil" para agregar que la "gestión política acumulada por las autoridades ha proporcionado la base para la confianza de los mercados y Argentina debería seguir el ejemplo". Dos días después, Argentina pago.
Tres años después la historia se vuelve a repetir. La presidenta del Council of the Americas, Susan Segal, fue la encargada de transmitir el malestar de los Estados Unidos por el atraso de Argentina en resolver su cesación de pagos con el Club de París y llegar a un pronto acuerdo. El acuerdo llego: pagamos una deuda ilegítima que no debíamos pagar.
Y así volvemos a ser confiables, a costa de consagrar la impunidad. Los mercados están en alza. La clase política en su conjunto plantea que nos abrimos nuevamente al mundo y los especuladores de siempre esperan poder hacer su negocio. ¡Ahora sí!, el faraónico proyecto del tren bala tiene el financiamiento que necesita, o mejor dicho, la nueva deuda la vamos a tener nosotros. Seguramente sea pura casualidad que los capitales sean de origen francés. ¿O causalidad?
TERCERO La política del desendeudamiento para endeudarse. Parece un trabalenguas, pero es en definitiva el doble discurso al que nos tiene acostumbrado el Gobierno. Con una retórica progresista se consuman hechos más que conservadores. Tenemos una deuda de casi 200.000 millones de dólares, pero se sigue insistiendo que la deuda no es más un problema para Argentina. Lo destinado al servicio de la deuda en el Presupuesto nacional 2008, es más que lo destinado a educación y salud juntas. ¿Cómo se explica?
Argentina tiene que hacer frente a fuertes vencimientos para el 2009 y de algún lado tiene que salir el dinero, después del fallido intento de la resolución 125. En un primer momento se planteó la medida con una actitud meramente recaudatoria, pero el devenir de la crisis hizo que todo se modificara sobre la marcha y se cayeran los planes. Hoy el 95 % del superávit primario proviene de las retenciones a las exportaciones, pero los intereses de la deuda crecen y hace falta más dinero para hacerles frente.
Con el pago al Club de París se abren nuevamente los créditos y la posibilidad de seguir endeudándose como se viene haciendo con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. ¿Pero si tenemos reservas, es necesario tomar nuevos créditos para sostener programas sociales, sanitarios o educativos?, ¿No es mejor redireccionar los fondos destinados al pago de una deuda ilegítima para la inversión social, en vez de seguir endeudándonos? Es una discusión que en algún momento deberemos darnos si efectivamente queremos construir una alternativa financiera al modelo dominante.
En definitiva, pagamos para seguir pagando.
*miembro de Diálogo 2000 /Jubileo Sur Américas