La Transición energética y el Jubileo

 

Diálogo 2000 fue invitado a participar en este II Simposio: Transición Energética Justa por el Cuidado de la Casa Común, en representación de Jubileo Sur/Américas y el espacio de articulación SICSAL-ConVIDA20. Fue un intercambio muy enriquecedor, de experiencias y perspectivas diversas pero confluyentes como se expresa en el Manifiesto redactado a posteriori, por las organizaciones y redes convocantes, camino a la COP28.

A continuación compartimos la intervención, a cargo de nuestra coordinadora, Beverly Keene. El PDF puede descargarse aquí.

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Anular la Deuda para Cuidar la Vida:

Soberanía Financiera para una Transición Energética Justa

 

Quiero agradecer la invitación y la confianza brindada, por las redes de SICSAL-Convida20 y Jubileo Sur/Américas. Hemos podido escuchar una riqueza increíble de aportes, y es una gran ocasión para reflexionar sobre el mundo que vivimos y el mundo que queremos, esa vida en abundancia que nos llena de esperanza y que buscamos que orienta nuestro caminar. 

 

Llego motivada muy especialmente por el marco en que se sitúa el evento: el marco de una serie de acciones que buscan INCIDIR en la opinión pública para que los Gobiernos asuman sus responsabilidades relacionadas con la emergencia climática. Me atrajo, sobre todo, la propuesta de unir fuerzas para lograr que los gobiernos tomen decisiones AUDACES, frente a la gravedad del momento. Creo que esa INCIDENCIA y más aún, esa AUDACIA, son justamente bienes comunes que estamos necesitando. INCIDENCIA y AUDACIA sobre todo para romper con el modelo de muerte que nos consume. 

 

Un Jubileo para abordar la crisis climática y la transición energética


Muy en concreto, el tiempo ya es más que corto, lo que quiero proponer es que sumemos fuerzas para INCIDIR hacia la AUDACIA de un JUBILEO. Un Jubileo que empieza con la anulación o condonación de las deudas financieras reclamadas a nuestros países, para liberarnos del condicionamiento y la dominación que ejercen y recuperar la soberanía financiera para poder encarar los desafíos de la emergencia climática, de la emergencia social y ecológica, de la emergencia también democrática y de género. Un Jubileo en todas sus dimensiones, que asume la urgencia de poner fin a la desigualdad acumulada y restituir a los pueblos sus tierras y territorios, sus medios de vida, reparando el daño hecho. Un Jubileo integral que respeta y promueva los tiempos y las necesidades de la naturaleza en su conjunto, permitiendo descansar y renovarse a la Madre Tierra.


 

¿Por qué? No hace falta manejar todos los números para reconocer que uno de los impedimentos más importantes para la acción que aquí se ha planteado, es justamente el SISTEMA DE DEUDA PERPETUA que desde hace ya 50 años expande velozmente en contra de nuestros derechos y necesidades. En nuestra América, como en otras partes del Sur global, los niveles de deuda pública han sido aumentados dramáticamente; extraen la riqueza, dejan mayor pobreza y drama climático, y debilitan la capacidad de acción de los Estados. Ese genio de nuestra literatura latinoamericana, Eduardo Galeano, lo describió de maravillas cuando resumió: “más pagamos, más debemos y menos tenemos”. 

 

Construido sobre la base de 500 años de saqueo y sometimiento, es un verdadero sistema de esclavitud moderna que da continuidad a ese proceso de conquista y colonización. Una de las características salientes de esta deuda eterna es su elevado índice de especulación y de concentración, nutrido por los dogmas y las exigencias de un modelo de acumulación y exclusión que reivindica un llamado “libre mercado”, la mercantilización y la financiarización de la vida entera, y la primacía de las ganancias y los intereses privados por sobre los derechos y las necesidades de las personas, de los pueblos, de nuestros países y del planeta. Combina eficazmente lo público con lo privado, siempre a favor de estos últimos que, vale la pena resaltar, están cada vez más enfocados en la emergencia climática como escenario de nuevas ganancias. 

 

Esta semana misma, una de las agencias financieras más grande del mundo publicó un dossier sobre el desafío del cambio climático en América latina y el Caribe, mientras el Fondo Monetario Internacional lanzó una nueva nota sobre la importancia del papel que busca cumplir frente a este reto a la estabilidad económica, pero, sobre todo, a la capacidad de nuestros países de seguir sirviendo las deudas cuyo pago nos exigen. 


Deuda ilegítima y odiosa que condiciona este modelo de muerte


Vemos que son los mismos actores de la crisis de deuda quienes se posicionan para aplicar el mismo sistema de muerte al reto climático, y sobre todo a las inversiones planteadas para una transición energética. O sea, intereses concentrados como los de los grandes países imperialistas y sus instituciones financieras como el FMI o el Banco Mundial, o de sus fondos de inversión como Black Rock, que presionan con los reclamos de deuda que tienen, para favorecer sus inversiones en la extracción de hidrocarburos y minerales estratégicos y a la vez, posicionarse como controladores de la energía renovable. 

 

Este cúmulo de deuda las más de las veces ha sido contraído de manera ilegítima y odiosa y con la colusión, sin duda, de las elites y poderes hegemónicos de nuestros países que reproducen el mismo modelo de extracción, desigualdad y sometimiento. Socava nuestra soberanía y torna prácticamente imposible, las políticas reparadoras que aquí se han planteado.  


De muestra vale un botón. El movimiento Jubileo del Reino Unido –ahora llamado Justicia por la Deuda- publicó hace poco una investigación mostrando que, durante el año 2021, los 34 países de renta medio o baja estudiados, gastaron un promedio de entre 4 y 5 veces más en el “servicio” de las deudas externas reclamadas que en la acción climática. Para el año 2025, estimaron que la cifra será en torno a 7 veces más.  

 

Pero el desafío de esta supuesta deuda no se limita a la carga insoportable del “servicio” pagado. Conseguir las divisas para realizar los pagos suele implicar reforzar modelos económicos de producción y de consumo que priorizan la sobreexplotación de las personas y de la naturaleza. Las recetas del Fondo Monetario Internacional y las prioridades de los bancos multilaterales, de los Estados que los controlan y de los grandes capitales y fondos de “inversión” que se benefician del sistema de deuda perpetua se conjugan para imponer – a través de sus exigencias para prestar y para cobrar - el saqueo y la entrega extractivista, en especial de los hidrocarburos, la agroindustria y los minerales. 

 

Este saqueo contribuye directamente a la destrucción ecológica y la desigualdad que aquí nos convocan. Pero provoca además nuevos procesos de endeudamiento así como también nuevas injerencias de parte de esas instituciones financieras, gobiernos e intereses privados. La reciente creación del Fondo Fiduciario del FMI para la Resiliencia y la Sostenibilidad es un solo ejemplo. Así, el sistema de deuda perpetua sigue generando cada vez mayor deuda climática, social, ecológica y también financiera, reforzando el carácter ilegítimo y odioso que ostenta como deuda eterna por sus orígenes históricos, sus términos y condiciones, sus usos e impactos y por haber sido pagado ya con creces.

 

Ante esta realidad, precisamos de verdad que los gobiernos de América latina y el Caribe actúen con AUDACIA y con UNIDAD para recuperar nuestra soberanía financiera y territorial y salir de este círculo vicioso. El poder hegemónico, el poder del gran capital, ofrece migajas para mantenernos entrampad@s en el sistema de la deuda eterna. A veces ofrece alivios, pero con nuevas condiciones.  Últimamente se ha puesto de moda ofrecer canjes, pero donde el diseño y control de la conservación o las acciones climáticas prometidas permanece en manos de los mismos prestamistas. Obviamente el sistema ofrece también nuevos créditos y a veces incluso ofrece donaciones, pero siempre con el objetivo de asegurar que no rompamos con la lógica de los tributos que reclaman ni con la impunidad que los protege.  


Anulación de las Deudas que no debemos, Soberanía Financiera, Reparaciones 

 

Por eso la experiencia nos señala que es otro el camino que necesitamos: un JUBILEO; la ANULACIÓN, CONDONACIÓN, o REPUDIO de las deudas reclamadas para todos los países que lo precisan y por todos los prestamistas, la REPARACIÓN de los daños y el NUNCA MÁS a los nuevos endeudamientos ilegítimos. 


Esto cobra especial importancia si miramos el financiamiento que hoy por hoy se ofrece para la acción climática, desde el Norte hacia el Sur y en reconocimiento de sus responsabilidades históricas y actuales en la generación de la emergencia climática. Las cifras son elocuentes: hasta la fecha no se ha logrado nunca cumplir con la suma ínfima de 100.000 millones de dólares de financiamiento anual nuevo y adicional, acordada en la COP de 2009; y del financiamiento registrado, un 71% actualmente está en la forma de nueva deuda. Revertir esta situación y reparar sus daños resulta indispensable. Pero sin AUDACIA y UNIDAD de parte de los gobiernos, esta tendencia se consolidará como única alternativa, junto a los nuevos espejitos de colores de la llamada “economía verde”.

 

El Acuerdo de París entronó la buena voluntad como vara de acción y enterró las responsabilidades comunes pero diferenciadas. Ajustó las “soluciones” a la emergencia climática a lo que el precio justo del carbono o el “mercado” puedan ofrecer. Desde entonces, vemos cómo los grandes responsables empaquetan sus intereses en papel verde para vendérnoslos con mayor facilidad. Bonos verdes, inversiones verdes, todo parece brillar pero no para las necesidades de quienes consumen con respeto y en armonía con la naturaleza, sino para el apetito de las grandes empresas y financieras de apropiarse de la biodiversidad, la capacidad de absorber carbono, el agua y, sobre todo, los minerales que se precisan para transitar en el Norte global, a costa siempre del Sur, la transición energética que se propone sin cuestionar la desigualdad, ni el sobreconsumo, ni la mercantilización de todo, ni la incapacidad del mercado de proveer justicia, ni las nuevas teorías del derrame. 

 

Es sólo con la AUDACIA y UNIDAD de nuestros movimientos y organizaciones, las iglesias y la academia, la sociedad toda del Sur hasta el Norte, que vamos a mover la opinión pública y los gobiernos para revertir este escenario y lograr el JUBILEO que precisamos. Por eso, quiero terminar invitando a unir fuerzas durante la SEMANA DE ACCIÓN MUNDIAL POR LA JUSTICIA CLIMÁTICA, ECONÓMICA Y DE DEUDA, del 9 al 16 de octubre. Será un próximo momento para seguir sumando acciones de concientización, movilización e incidencia en esta dirección.  

 

Precisamos apuntar no sólo a la ANULACIÓN, CONDONACIÓN o REPUDIO y de las deudas eternas, ilegítimas e impagables, y la PROVISIÓN DE FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO REPARADOR y sin nuevo endeudamiento, sino también una profunda transformación del sistema que sigue basándose en la extracción y la exclusión, concentrando el poder y la impunidad corporativa-financiera y mercantilizando las “soluciones climáticas”. Juntas, juntos y juntes podemos sentar las bases de un futuro posible y urgente de buen vivir para todos los pueblos y la naturaleza, construyendo además una nueva arquitectura de cooperación mundial. 

-Beverly Keene,  Bs. As., 7/9/23
Diálogo 2000-Jubileo Sur/Américas
II Simposio por el Cuidado de la Casa Común